viernes, 20 de mayo de 2016

Memorias de un antepasado



No es el manuscrito, pero me pareció chula la foto.
El otro día, buscando entre cajas viejas de la rama de mis padres, me encontró un libro viejo. Bueno, unas páginas cosidas. En ellas estaban escritas unas memorias que me leí en un par de días. Resulta que eran las memorias del tatarabuelo de mi bisabuelo. Es decir, si mis cálculos no se equivocan, y por el estado del papel, creo que no... Esto debe de hace unos 150 o 200 años. Gracias al Gran Pico que mi abuelo las reescribió, haciendo que fueran más legibles y con un papel menos frágil. Que buen pájaro, mi abuelo. Eran un poco largas, eso sí; pero me cogió uno de esos subidones y le di caña hasta terminármelo sin dejar de leer. Estuve una noche en vela, pero mereció la pena.

Me acabo de dar cuenta que en la primera página pone el año, muy inteligente por mi parte. 223 años, aunque quizás sean las memorias del abuelo del tatarabuelo de mi bisabuelo… menudo lio generacional. Bueno, el caso es que son de 1793. Es como una especie de diario. Se ve que este antepasado se dedicaba a viajar y a ver acontecimientos importantes, porque todo lo que he leído se recoge en los libros de historia. Quiero compartir las memorias de este gran pájaro para que veáis la historia que hay detrás de este cuervo. ¡Que han pasao’ muchas cosas! He de aclarar que este era el primero de mi familia en asentarse en el Reino Unido, así que lo escribió en inglés. Lo voy a traducir, ya que ya he empezado escribiendo en castellano. Si queréis, podéis leerlas sin traducir (aquí).

Empezamos en París el día 21 de enero (muy viajeros somos en mi familia). Y empieza diciendo:

Había oído hablar sobre la revolución que los franceses habían organizado ya unos años atrás. Sirvió pues, ya que su pretensión era aplacar al poder que les subyugaba y aquí tenéis a vuestro servicial cuervo narrándoos como presenció desde la cornisa de un edificio la decapitación de Louis XVI. 

No creo que quien tenga entre sus manos este manuscrito pueda llegar a concebir la cantidad de gente que ocupaba la plaza, dejando en  el centro un hueco que era rellenado por una estructura de madera que se alzaba imponente sobre las cabezas de los parisinos. Hombres y mujeres de la clase más baja veían con el corazón latiendo de ira cómo llevaban a su opresor monarca hasta la plataforma. En cuanto plantado estuvo ante la vista de todos, el vago silencio que había reinado en la plaza se tornó un solo, desacompasado y atronador canto de una multitud que clamaba justicia, sangre y muerte. 

Las plumas del cuervo que os narra estos hechos se le erizaron de emoción; quizás nervios, quizás pavor. Ver a todo ese furioso gentío clamar al unísono la muerte de un rey es un hecho que no uno puede presumir de haber sido testigo.

Pues fue el monarca llevado hasta la plataforma, ante su mismo ejecutor; alguien imponente, sin duda alguna.

El rey era un hombre algo entrado en carnes, de redondeada nariz y pequeños labios; pero su aspecto no era el de un rey, no señor, no lo era. Lastimoso y sucio. Polvoriento y sudado. Tembloroso ante la gente, aterrado ante la sola idea de pensar en lo que le harían a su cuerpo cuando su corazón dejase de latir. En cuanto el verdugo puso la mano en su cuello, el ruido volvió a apoderarse de la plaza.

El hombre que hasta hacía unas jornadas era rey y soberano de una nación, en ese momento se le trataba como lo más bajo y rastrero; pero que una rata rabiosa. Es de difícil creer como los humanos se dejan llevar de tal modo por los sentimientos que aprisionan sus corazones. 

Tumbaron al rey sobre la guillotina y luego le ajustaron el cuello. Tenía las manos atadas a su espalda. En el momento en que vio como dejaba caer la cabeza para mirar al cesto que había debajo de ella, este narrador vuestro sintió otro escalofrío que comprimió sus entrañas hasta la garganta, haciéndose una tarea de ardua dificultad el simple hecho de tomar aire.

La gente seguía ansiosa de sangre. Cuando te han pisoteado y humillado hasta verte rebajado a lo más mísero de la existencia misma, las cosas solo pueden ir a mejor. Es  imposible concebir que se pueda tener peor fortuna cuando no hay agujero más hondo en el que yacer, esperando paciente a la muerte. Los que yacen en camas con mantos de oro y seda, no pueden siquiera pensar en el día en que la parca venga a por ellos sin que se les erice el bello de la nuca. Su existencia es demasiado preciada como para dejarla escapar. Y eso mismo le sucedía al soberano caído entre la plebe; veía entre la gente a una oscura presencia que aguardaba a que su alma abandonara su cuerpo para llevarla así al infierno y hacerle pagar por sus pecados.


Fue cuando el verdugo se acercó a la cuerda que sostenía la afilada cuchilla de la guillotina, que pareció como si el tiempo hubiera dejado de ser el que era para detenerse y saborear el momento. Como si todo el aire del lugar se hubiera personado para hacer compañía al tiempo. Por un instante, la vida misma se detuvo. Pero de repente, sin que el hombre que estaba tendido sobre la plancha de madera pudiera adivinarlo, el acero afilado cayó en picado sobre su gaznate, manchándose de sangre que no era azul como cuentan las fábulas sobre los reyes. La sangre que corre por sus venas es tan roja como la del hombre más pobre. La cabeza cayó dentro de la cesta con todo su peso. El cuervo que escribe esto, arrancó el vuelo para verlo mejor. Así pues, me posé sobre el mismo artefacto ejecutor desde donde se podía apreciar perfectamente la mollera que hasta hacía escasos segundos, estaba unida a un cuerpo.

El verdugo tomó pues la aún sangrante cabeza por los cabellos y se la mostró al público: la función había concluido; era la hora de los aplausos.

Ahora vuelvo a ser yo. Ya veis de donde me viene la vena escritora. Vaya crac estaba hecho el… antepasado Bergulv. Sus padres eran de noruega, por lo que parece. Hay unas pocas páginas en las que cuenta su infancia (y el nombre lo he sacado de la primera página, como no).

Me lo imagino tal que así.
El pájaro sigue con la guillotina, pero creo que con esto es suficiente. Si os ha gustado y queréis que vaya incluyendo más fragmentos de estas “memorias”, compartidlo y/o comentad. Que yo vea que lo que hice el bueno de Bergulv os mola.

Hasta entonces, me voy a quedar aquí en la rama, traduciendo. Buenas noches y soñad con los cuervos.


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