viernes, 18 de noviembre de 2016

Battling Boy (Reseña) Una bonita reconciliación



Tal vez vosotros no os leísteis la reseña de Batman que publiqué meses atrás, pero Batman: Año 100 me pareció un cómic que apenas le daba el aprobado. Lo dejé como “raspón” si mal no recuerdo (ah, no, que le di un 7… pues lo recordaré peor de lo que era, aunque viendo algunas páginas sueltas no estaba tan mal). Bueno, que me pareció un cómic bastante flojillo y mejorable. Y el otro día decidí a coger otro que llevaba mucho tiempo viendo por la biblioteca: Battling Boy.

Ya lo cogí con pinzas porque ya sabía lo que pasaba cuando Paul Pope guioniza y dibuja él solo. Pero para mi sorpresa, este me ha parecido un buen cómic. Uno con un final demasiado abierto para mi gusto, pero bueno al fin y al cabo. Porque sí, aquí el dibujo de Pope no es tan horrible como en el Batman e incluso me ha parecido excelente. Pero bueno, no avancemos demasiado y vayamos por partes. Punto por punto.

¿Qué nos cuenta Pope en este cómic? Pues mirad:

"Hay una ciudad tope de tocha llamada Arcópolis. Es una ciudad tan grande como un país. Y digamos que en ella hay monstruos (no cuentan como monstruos los típicos tipos sospechosos con gabán y pintas raras ni cosas por el estilo). Monstruos de esos con colmillos alas y cuernos. Y hay un buen señor que protege a la ciudad, una especie de superhéroe-aviador conocido como Haggard West. Mientras, en otro… ¿planeta? ¿Dimensión? ¿Plano de la existencia? Viven unos dioses a medio camino entre griegos y nórdicos y que al parecer, a la edad de 12/13 años tiene lugar su rito de paso para ser un hombre, digamos (vamos, que cuando te sale el pelo en los huevecillos haces una carrera a la pata coja nivel dios y ya te puedes hacer llamar machote de la vida).

Y aquí es donde el chaval que le da nombre al cómic aparece: Battling Boy (o Chico Batallador en la versión en castellano). No sabemos más de él ni nos dan otro nombre. Solo sabemos que es el hijo de una especie de Thor y que lo llevan a la Tierra para que se cargue a los monstruos de Arcópolis. No voy a deciros más, si queréis saber más, leed el cómic."

martes, 15 de noviembre de 2016

La Joven durmiente y el Huso (Reseña) #Gaiman



Ay, Gaiman, Gaiman, Gaiman. Eres muy tuyo, Gaiman. Te gustan las historias que tienen su cosilla y en las que no haces pensar. Y sí, me he leído el cuento de La Joven durmiente y el Huso; una reinvención de un cuento clásico, mezclando a otro pero que no es lo que parece porqué (explosión de 32 neuronas). Me gustaría decir que lo he leído en la versión original, pero no… estoy seguro que la prosa debe de ser mucho mejor. Me-me empiezo a ir y solo con este párrafo voy a llenar media página, mejor empezamos.

Hoy os traigo un cuento. Ni una novela, ni una saga, ni un relato… solo un cuento. Apenas llegarán a haber cincuenta páginas escritas, y tal vez la trama sea muy simples, ¿pero no son así los cuentos de hadas? Y es que esto es lo que resulta esta pequeña historia: un cuento de hadas visto de los ojos de Neil Gaiman. Y ya resultará obvio adivinar que los ojos de Neil no son como los de cualquiera (bueno, puede que como Tim Burton, pero eso es un caso aparte). Ahora, ¿vemos cuál es esta visión Gaimaniana de un cuento de hadas? Venga.

Esta historia está ambientada en el cuento de la Bella Durmiente (si el título de por sí ya no era lo suficientemente revelador), pero digamos que no empezamos el cuento por el principio. Hay también un poco de elementos del cuento de Blancanieves, aunque en ningún momento ni lugar da nombres. Luego tenemos a tres enanitos que no vienen de ningún cuento en concreto (que yo sepa). ¿La historia? Ir a despertar a la bella durmiente.

Pero esperad, que aún le falta el toque Gaiman: No es un príncipe valiente y apuesto el que va a salvar a la princesa y a todo el reino, sino la reina: Blancanieves. Y luego hay una vuelta de tuerca al final que en mi opinión no fue gran cosa (pero como ya me habían dicho que había algo por ahí, al pasar las páginas empecé a pensar “¿Y si…?”. Al final resultó que no era lo que yo creía, jajaja). Todo es muy Burtoniano/Gaimaniano/Disney. Cómo hablan de cosas que técnicamente son para niños y se le pueden leer a un niño, pero a la vez no (me hubiera gustado que mis padres me hubieran leído esto cuando era un polluelo, la verdad).

viernes, 11 de noviembre de 2016

Mob Psycho 100 (Reseña) 1%... 2%... 3%...

Del señor que en su día nos trajo One Punch Man, vuelve para traernos otra obra maestra con la que vamos a aplaudir de pie queramos o no, porqué seamos sinceros: One Punch Man es un manga y anime cojonudo aunque esté enmarcado en la más pura comedia. Y ONE (el autor o mangaka) no baja el nivel para esta nueva historia. Es más, me atrevería a decir que se ha superado. El elenco de personajes es cojonudo, teniendo profundidad cada uno de ellos y siendo encariñables (¿Incluso Hoyuelo-kun? Sí, incluso Hoyuelo-kun).

Éste señor es Hoyuelo-kun.
Como acabo de decir, Mob Psycho 100 me ha parecido el siguiente paso del mangaka. Sí, nos presenta una historia con mucho humor y situaciones cómicas además de un estilo de dibujo… peculiar… #SaitamasEverywhere. Pero no me entretengo más. Hablemos de poderes psíquicos.

Esta vez, no nos vamos a encontrar a un superhéroe aburrido, sino a un joven estudiante de secundaria llamado Shigeo Kageyama a.k.a. Mob que posee unas habilidades muy diferentes al resto de sus compañeros. Tiene poderes psíquicos: mueve objetos, dobla cucharas (muchas cucharas), en resumen, que puede hacer muchas cosas con la mente. Pero hay una peculiaridad en estos poderes y están ligados a las emociones de Mob. Cuanto más alterado esté el chaval, más fuerte será y más difícil le será controlar sus poderes. Y si llega al 100% de su “capacidad sentimental”, el pobre desgraciado que le haya provocado y lo que haya alrededor puede ir preparándose (no digo más por si acaso). 

Esta sería básicamente la historia o premisa (muy buena y con un ritmo constante pero sin ser apresurado). Ahora, hablemos del que para mí es el punto fuerte de este anime: los personajes.

Los protagonistas y los personajes secundarios más relevantes están verdaderamente trabajados; siendo únicos todos y cada uno de ellos. Tal vez algunos tienen menos desarrollo y hay otros que cambian radicalmente. Por ejemplo, mi personaje favorito (Hanazawa-kun) tiene un giro de tuerca a su personalidad que me encanta. Otros personajes como Ritsu, Reigen (puto amo el pelirrojo), el propio Mob… tienen personalidad propia y cosicas dentro de la cabeza que los hacen muy interesantes.

Luego tenemos a secundarios como los chicos del club de fisicoculturismo que no se puede decir que no a quererles. Son muy adorables. Como un grupo de ositos con unos músculos muy desarrollados a los que abrazar muy fuerte.

No sé si será a mí solamente, pero este anime me ha parecido de lo más original y singular. En parte por lo que vemos, no lo sé, es como Doctor Strange pero animado y japonés. El que el opening tenga nipones cantando en un inglés tan poco asiático es otro punto (los japos pueden hablar inglés como les dé la gana, que por eso son japos), y la manera de acabar algunos capítulos y poner los créditos o esos cliffhangers que hacen morderte los nudillos han hecho que este me parezca un anime que destacar sobre el resto. Es un poco raro de explicar.

Lo he puesto porqué me ha molado.
Y después tenemos el estilo de dibujo. En el manga es más o menos el mismo, y sabemos que lo dibujó ONE, el guionista… este tío solo sabe dibujar una cara, eh. Todos los putos personajes tienen la cara del puto Saitama. ¿Por qué? No será porqué el autor no sepa más (ese tío es demasiado genio como para hacer eso). Ah, y hablando de Saitama. El tío te cuela referencias a One Punch Man… sí, sí, sí; y sin reparo. Que yo las he visto, las he visto.

Lo he comentado antes, pero quiero volver a hablar de ello. El opening es la leche. Me pasaría el día escuchándolo (y casi lo hago). Es igual de pegadizo que el de OPM pero sin ser tan metalero. No lo sé, es frenético, es de esos que sigues el ritmo con el pie y te vuelves loco cuando suena el estribillo.

Pero no todo son rosas en esta vida.

lunes, 7 de noviembre de 2016

Pato Juego (Reseña) Le da mil pat(o)adas al CoD


Bien, empezamos reseña como empiezan todos los cursos estudiantiles, y como sé que hay estrés por trabajos, deberes, exámenes, y de más, pues el tito Loquen os trae un juego para descargar toda esa rabia y odio sin igual hacia ese profesor/a que tan mal os cae, matando vuestros amigos. Eso sí, de forma patíl, que en la vida real queda mal.

ADVERTIMENTO: En esta reseña van a encontrar numerosos chistes malos y referencias hacia la especie de los patos durante varios párrafos, rogamos que se disculpe el retraso de los responsables de este sitio web.

¿Que qué es este maravilloso juego de vídeo llamado Pato Juego? Pues es un arcade con gráficos de 8-bits, en el cual te metes en la piel de nada más ni nada menos que... ¡UN PATO

*Menuda paliza que te he pegado, te he pateado el trasero.*

Y os preguntaréis, amigos míos, “¿Y que demonios hago yo siendo un pato?”, pues, podéiss empezar poniéndoos un pedazodecachodetrozo gigantinorme de gorro/casco/sombrero/tupé, con el que podéis lucir un estilo de lo más... paticular. Y lo más importante, lo más chachi pistachi, es que podéis conectaros vía Steam y partirle el morro a vuestros amigos de distintas y atrozes maneras. Ya puede ser: derrapando por el suelo con  una motosierra, con un rayo desintegrador de seres patomóviles de la hostia (más conocido como R.D.D.S.P.D.L.H.), pisándolos (¿por qué no?) o mi favorita, con la ciencia de los portales

Eso solo es una pequeñísima porción de todo el arsenal que podéis llegar a ¿empuñar? en este juego: Mind control, lanzallamas, espadas, jetpáques (porque se llama así, y punto), mini-guns, una BÍBLIA… ya os hacéis a la idea de la inmensa cantidad de epicidad que tiene este videojuego.
*Oh, me he resbalado... mira que soy patoso.*
De 2 a 4 jugadores, se ofrece la opción multijugador, ya sea con amigos o no tan amigos, o con gente completamente random, pero que les querréis partir el hocico igualmente. Y cual modo campaña de Call of Duty o Battlefield, si nos quedamos sin internet, tenemos el modo Arcade o individual, dónde se ponen a prueba las dotes como ave guerrera  de cada jugador en las diferentes máquinas recreativas. Y cada una contiene varias categorías de retos patísticos, en los cuales, dependiendo de la puntuación que hayáis sacado (bronce, plata u oro… o más), seréis recompensados con más o menos tickets, con los que podréis intercambiarlos al cajero (también pato, obviamente) por modificadores de gameplay para el online. 

*¿A que me pillo la AQuack-47 y te reviento a tiros?*

Pero no todo es de rosas, o no al menos en el mundo de Duck Game: a medida que vayáis avanzando con las recreativas, veréis que puede convertirse en un auténtico infierno lleno de quacks de desesperación y sufrimiento (lo digo por experiencia, experiencia de un casul). Eso sí, los modificadores convierten los escenarios de guerra en un seguido de diferentes situaciones comprometidas. Tales como: ver a un pato saltar de punta a punta del mapa gracias a la gravedad lunar, un fuego cruzado interminable por culpa de la munición infinita… vamos, un auténtico espectáculo audiovisual para  una batalla entre patos.

Sí, hay un mapa con una batería. Sí, se puede tocar.
¿Parece divertido, verdad? Pues antes que vayáis como locos a comprároslo, dejadme advertiros que este juego, a la vista de todos, es simple, oculta un oscuro y tenebroso lore. Un lore que ha revuelto las raíces de lo establecido para un lore. Tened cuidado por si hay menores alrededor, esto puede dañar su infancia y sensibilidad. Bien pues, allá voy:

Todo comienza en el año 402x, en un universo paralelo, dónde la especie que lidera la cadena evolutiva és la Anatinae, comúnmente conocida como pato. Ésta, tras liderar  una cantidad innumerable de guerras entre sí, llegó a la conclusión de que el odio y rencor que llevaban en su código genético, sólo les llevaría a la autodestrucción. Por esta razón, se construyeron miles de impenetrables  cúpulas, dónde se metieron dentro las diferentes clases de familias de ésta especie. Pero no era suficiente: tenían que liberar la rabia que llevaban dentro, y necesitaban un motor para propulsar todas las cúpulas, así que mataron a dos patos de un tiro: se acordó, que cada cuatro generaciones, todas las familias enviarían a sus discípulos más jóvenes, los cuales han tenido que ser entrenados duramente en el arte de asesinar a sus semejantes, a un campo de batalla dónde la avanzada química les daría miles y miles de oportunidades de volver de entre los muertos, para reiniciar la matanza, y así conseguir que, con la energía gastada en combate, y durante mucho tiempo, poder proveer de energía suficiente a todas las cúpulas. Mientras, otros muchos patos presencian cual romanos en un coliseo la interminable carnicería.

*¡Allaquackbar!*

Realmente, el juego en sí no tiene lore, ¿pero a que molaría un montón que un juego tan simple y sencillo tuviese una ida de olla tan retorcida como esta? Vale… por mucho que lo desee, de un juego puramente arcade no le puedo sacar una historia tan “mind blast”, a lo Bioshock, seréis sosos…

Antes de irme, os animo a dejar vuestros propios chistes malos de patos abajo en los comentarios.

*Pum, tiro en la cabeza y patu' casa.*

No he encontrado portada.
TÍTULO: Duck Game
DESARROLLADORA: Landon Podbielski
DISTRUBUIDORA: Adult Swim
PLATAFORMAS: PS4, Miscrosoft Windows, Ouya
NOTA: 5/5
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