Descubrí a Joe Abercrombie en una
pequeña librería cerca de un instituto. Me picó la curiosidad, y leí la
contraportada. En cuanto acabé, dije: ¡coño! No parece que esté mal. En un par
de semanas, fui a mi librería de confianza, y lo encontré. Me hice con él, y de
vuelta a casa, empecé a leerlo. Ya me había leído los primeros capítulos, pero
nunca está de más repasar un poquitín lo que se lee. Pero lo mejor llegó cuando
empecé los capítulos que le siguieron. Entonces vino la magia