Distopía.
Esta palabra ha sido malinterpretada por muchos (de entre los cuales me
incluyo) usándola para definir un subgénero de libros que, por lo general, son buenos (y luego veréis de que hablo). Un gobierno opresor, injusticias
sociales y toda clase de denuncias a la sociedad es lo que nos podemos
encontrar en este género tan extenso pero a la vez, poco conocido en su
totalidad: la Distopía.
¿De
qué trata este subgénero? Tal y como la sagrada bí…, quiero decir, tal y como
ahora os digo, la distopía es como vivir en un infierno. Pero no en un infierno
con montañas rojas, llamas y satán paseándose por ahí con un unicornio rosa haciendo
que los demás sufran usando un osito de gominola hecho con clavos, y que embute en el primer agujero corporal que encentra. Estoy hablando de un infierno social. La distopía
consiste en una sociedad en la que se intenta que NADIE quiera vivir en ella de
ninguna de las maneras (al menos en el bando oprimido, donde siempre reside
nuestro protagonista). Por decirlo de una manera es todo lo contrario a una
utopía, y una utopía es una sociedad, un lugar, unas personas o cualquier cosa
que se te pase por la cabeza, en sus mejores ideales (dicho de otra manera:
algo utópico es algo PERFECTO). Esta sociedad siempre se divide en varias
clases sociales, donde siempre hay un grupo social que son los putos amos,
hacen lo que les sale de la punta del nabo, son ricos, tienen el poder… y todas
las demás clases son hormigas que trabajan inexhaustamente “para que todo
funcione”.
Esta
temática está orientada a criticar aspectos de la sociedad determinados, y
dependiendo de qué aspecto critique, se clasifica en tipos de distopía: la
distopía política, la distopía tecnológica o científica, la distopía
humorística… y la distopía adolescente, de la cual voy a hablar más adelante. Algunos
ejemplos famosísimos son por ejemplo V de Vendetta, una de las distopías
políticas más conocidas de la actualidad, creada por Alan Moore y David Lloyd;
1984, publicada en 1949 por George Orwell y Farenheit 451, de Ray Bradbury.
Todas
estas obras son de mi personal recomendación. Y, hablando de otro tema, la
distopía no es solo un subgénero, sino que también puede ser un escenario para otros
géneros, como el sci-fi. El mejor ejemplo sin lugar a dudas es Matrix, donde
ésta película se puede considerar perfectamente distopía, aunque la gente lo clasifica como sci-fi.
Pero
no todo este género es perfecto, no. Hay un pequeño problemilla, un
insignificante estigma que desgraciadamente está creciendo como la espuma y que
no es bueno para nadie: hablo de la distopía adolescente. El subgénero de la
distopía más popular a día de hoy es la distopía adolescente, que en el fondo
tiene un argumento distópico: la sociedad lo domina todo, alguien de clase baja
se revela y empieza una revolución que acabará liberando a los oprimidos y blablablá.
La “pequeña” diferencia es que en este caso, el oprimido y el revolucionario
SIEMPRE es un adolescente. Pero no un adolescente cualquiera, sino un
adolescente que es capaz de aprender en días lo que nosotros tardaríamos en
aprender años. Un adolescente que tiene la necesidad de ser tan rebelde que
siempre la acaba liando de alguna manera u otra. Y lo que tienen en común estos
libros es que CASI todos son horribles: no hay descripción del lugar, la trama
es predecible, los personajes más planos que mi calle y más estereotipados de
lo que uno se puede imaginar… pero, ¿por qué entonces se le da tanta
importancia a este subgénero? Yo creo que es por dos razones: porque adaptarlo
a la gran pantalla es una tarea tan sencilla que no hace falta cambiar nada (y
la prueba es que no existe o casi no existen distopías adolescentes que aún no
se hayan pasado a la gran pantalla) y porque su absurda narrativa y su plano y
fácil de seguir argumento son perfectos para que aquellos lectores novatos de
12 a 15 años “disfruten” pasando un buen rato. El ejemplo por excelencia de
este subgénero es Los juegos del hambre, aunque hay de peores (que por cierto,
todos son copias de Los juegos del hambre), como Divergente o La Reina Roja
(uno de los peores).
Pero
mi conclusión, a pesar de que actualmente tenemos ese cáncer conocido como
distopía adolescente, es que este género es el que mejor critica la sociedad
que tenemos hoy en día, y todas las obras dentro del género son excelentes
reflexiones sobre cómo vivimos y cómo deberíamos vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu opinión, que siempre me resultará útil (pero desde el respeto).