Más Juego de Tronos. Este no ha
sido un capítulo con tantas “sensaciones” como el de la semana pasada. Ha sido
más bien un preparativo. Un aperitivo que nos sirven para que luego nos traigan
un primer plato con sangre, otro segundo plato con sangre y para terminar, unos
explosivos postres con más sangre y quizás algunas tetas (que es lo que triunfa
en esta vida).
Bueno, vamos a seguir con la misma
pauta de siempre. He de deciros, que esta vez he ido tomando notas para no
tener que hacer un nuevo visionado ultra-rápido antes de escribir lo que viene
siendo esto que estáis leyendo. Pues, damas y caballeros, sin más dilación, les
presento el cuarto análisis de la sexta temporada de Juego de Tronos (no tenía
que ser tan teatral todo. En mi cabeza se veía más austero).
Pues empezamos como el resto de la
temporada: en el Castillo Negro. Vemos como Jon prepara la maleta para irse al
sur mientras habla con Edd; el tipo que fue a buscar a los salvajes hace unos
capítulos (creo que es la primera vez que oigo su nombre). Pero en ese momento,
las puertas del castillo se abren y vemos a Sansa con Podrick y Brienne.
Tormund, nuestro buen amigo pelirrojo, le lanza una lasciva mirada a nuestra
giganta rubia de pelo corto. Luego, nos encontramos con Sansa y Jon teniendo una
conversación, donde Sansa está decidida a recuperar Invernalia y darle una
patada en el culo a Ramsay.
Seguidamente pasamos a ver a
Melissandre y Sir Davos, hablando sobre Stannis y demás movidas. Entonces,
discretamente, Brienne deja caer que ella mató al bueno de Stannis (guiño sarcástico,
guiño sarcástico). Esto es Juego de Tronos, no My Little Pony, la muerte está
en el orden del día siempre.
Pasemos pues al Nido de las
Águilas, donde el criajo de Robert Arryn se nos ha vuelto un adolescente y hasta le
ha cambiado la voz, fíjate. El pobre intenta tirar con arco, y digo “intenta
tirar” porque al menos las flechas se alejan algunos metros. Bueno, da igual,
que llega Petyr el Meñique Baelish y tras soltar algunas de sus palabrejas,
logra que el joven Robert ordene que las tropas del Nido de las Águilas marchen
para acabar con los Bolton (empiezo a ver algunas pistas, eh).
Ahora nos vamos a Meereen (creo que
las otras veces lo escribí mal). Tyrion, en su línea de puto amo negociador,
convence a los Amos de Astapor para que abolan la esclavitud (en siete años,
eso sí… bastante tiempo, creo yo, pero da igual) y además que dejen de dar
soporte a los Hijos de la Arpía… y por lo que se ve, lo logra… (póker face).
Y ahora, en la ruta que ya nos
tienen acostumbrados, vamos a ver a Daenerys en Vaes Dothrak o Dosh Khaleen,
como prefiráis (el segundo es donde están las viudas de los khales). En realidad, empezamos viendo a
Jorah y a Daario, por primera vez en varios capítulos. Sí, ajá, cuénteme más…
uy, qué interesante. Pues así acaban llegando a la ciudad de Cónan el Bárbaro y
esperan a que se haga de noche para ir a buscar a la khaleesi. Ah, y hay palisa
hitana y aplastamientos con piedra y
cuchillos con la empuñadura en forma de mujer ligera de ropa. Cosas de gente de
Essos, no lo entendríamos. Y por supuesto, encuentran a Daenerys.
Y como ya es costumbre y todos
sabemos, pasamos a Desembarco del Rey. Margery se va a ver al Gorrión, y el pesao’
nos suelta otra batallita para echar nuestra cabezadita que tanto se agradece. Y
cuando por fin se calla, vamos a ver a Sir Loras encontrarse con su hermana. Es
más bien al revés, pero ya me entendéis. Hay un poco de drama fraternal,
lágrimas y abrazos. Todo muy trágico, sí. Ahora viene Cersei (rayos y una risa
malvada de fondo). Se encuentra al Maestre Pycelle envenenando la mente del
joven rey (porque eso es lo que hace Pycelle, si no os habíais dado cuenta).
Cuando espantan a la cucaracha, Tommen le cuenta a su madre que habló con el
Gorrión y lo que él le dijo. Pues resulta que puede que veamos a la reina hacer
el mismo paseíto que Cersei en la temporada anterior (toque de campana… toque
de campana… toque de campana… Natalie Dormer en pelotinguis… {ídem}). Y luego
le sigue otra escena de conspiración Lannister pa’ variar.
Ahora se nos lleva hasta las Islas
de Hierro, donde Theon tiene un reencuentro con su hermana y el segundo drama
fraternal del capítulo. Este ha sido pasado por agua y dejado secar al sol del
norte, quedando arrugado y rígido por la sal del mar. No es tan emotivo, como habréis
intuido los avispados. Pero no os preocupéis, que Theon lo arregla con una reconciliación
inesperada y le dice a su hermana que él no quiere reinar en Pyke y que va a
ayudarla para que sea ella la que pueda hacerlo.
Invernalia. Voy a ir directo al
grano, ya que no hay demasiada chicha: Osha intenta cortejar a Ramsay para
asesinarle, pero el cabrón es más rápido, ya que estaba preparado y le
acuchilla la garganta, convirtiendo a la salvaje en una fuente de jarabe de
frambuesa. Soy tan poético…
Nuevamente en el Muro, como no
podía ser de otra forma. Todo el mundo está comiendo, y entonces Tormund vuelve
a mirar a Brienne lascivamente. Llega una carta para Jon; una carta de Ramsay
con ese regustillo tan tranquilizador y que dan ganas de darle dos abrazos,
seis besos y media caja de bombones (en el Norte hay hambre y frío, seguro que
algún que otro bombón volaría) al señor Bolton. En la carta se mencionan algunas cosasillas, por ejemplo: insinuar sutilmente
la violación de Sansa por bastante gente, el banquete que se darían los perros
con la carne del pequeño Rickon, el arrancamiento corneático a Jon Nieve y demás quehaceres de buen samaritano
norteño. Volvemos a ver a una Sansa con ganas de venganza y sed sangre (nunca
me había caído tan bien esta mujer).
Técnicamente está pixelado, puedo ponerlo. |
Y por muy sorprendente que parezca,
la anterior escena no es la última del capítulo. Eso sí que es inesperado de
verdad. En lugar de eso, vemos como Daenerys va a la reunión de machos dothraki
y suelta su pedante discurso (el que ya hemos oído tantas veces). Entonces
convierte el edificio entero en una bola llameante para demostrar su poder,
quemando vivos a los machos dothraki, evidentemente. Le gente, extrañada, se
acerca a ver qué pasa y entonces ¡DAENERYS, QUE ES LA MADRE DE DRAGONES ADEMÁS
DE LA MÁS CHULA DEL BARRIO, SALE DEL TEMPLO EN LLAMAS SIN UNA SOLA QUEMADURA (y
sin vestido, como no), EN PELOTA PICADA, ANTE MILES DE DOTHRAKI QUE SE POSTRAN
ANTE ELLA Y PROCLAMARSE ASÍ COMO LA PUTA DIOSA QUE LOS SALVARÁ A TODOS! Todo esto que habéis leído en mayúsculas teníais
que imaginaros que mi tono de voz iba ascendiendo hasta que me quedo sin voz de
tanto gritar… lo que me recuerda: ¡VIMOS LO PUTO MISMO HACE CINCO TEMPORADAS!
Aquí, creo que ha habido un poco de vagancia. Poca imaginación para que el
mundo alabe aún más los talentos de Emilia Clarke (ya sabéis a lo que me
refiero: guiño-guiño).
Como ya he dicho, este capítulo no
tiene nada de especial que resalte especialmente de lo que los de Juego de
Tronos y la HBO nos tienen acostumbrados. Hay sangre, hay una micro-escena de
un par de dothraki montándose en la calle (hombre y mujer). Eso me crea una
duda: ¿hay dothraki homosexuales? Dadle vueltas a la sesera y decidme vuestra
opinión en la caja de comentarios que hay debajo.
Arya no aparece en este capítulo,
lo que le resta interés. Creo que esta semana, las escenas se han hecho más
largas que en los anteriores capítulos. No es ninguna queja, solo quería
hacerlo notar, ya que esto es lo que me ha parecido. ¿No os lo ha parecido a
vosotros? En lo que concierne al capítulo en sí, esta vez ha sido un poco más
soporífero que de costumbre. Las charlas y conversaciones a veces se me hacen
interminables. Sí, es low-fantasy, ¡pero
es fantasía de todas formas, joder! Un poco más de alegría no le hace daño a
nadie.
Y después de ver la muerte semanal
de Ramsay y tras concluir un análisis más de la sexta temporada, solo me huelga
desearos: buenas noches y soñad con los
cuervos.
¿Es cruel? Puede. Pero no he podido resistirme. Sí, es cruel, definitivamente |
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